Calif. ***´
Clasif. B
Pudo haberse llamado: Dios mío, hazme viudo.
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Maté a mi esposa. Pruébalo. Cualquiera que me conozca medianamente bien sabe que considero a Anthony Hopkins el non plus ultra de los actores, y lo mejor que Gran Bretaña le ha heredado a Hollywood jamás. Es, simple y llanamente, brillante hasta el cansancio.
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En EL CRIMEN PERFECTO, lo ponen a competir con una de las jovenes promesas de la Meca del cine: Ryan Gosling. En la batalla de actores, está claro quién se lleva la palma, pero... y en la batalla legal que representan en la pantalla? Tendrás que verlo para saberlo, porque este increíblemente bien escrito thriller te tendrá adivinando durante dos horas.
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Vaya el aplauso también para el encargado del casting. Nadie, NADIE representa mejor a personas bipolares, con doble personalidad o con un cinismo que raye en lo maniático y, a fin de cuentas, estoy seguro de que Nadie más que Sir. Anthony podría haber hecho el papel y ser absolutamente convincente, tanto como maniático calculador, como como viejito indefenso. Bravo bravo.
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El guión nos lleva de la mano, al parecer con absoluta claridad, durante todo el proceso del engaño. Un viejo milonario mata a su esposa y se declara, al principio, culpable. Luego cambia la jugada y pone de cabeza a un brillante joven fiscal a quien le es imposible probar la verdad. El cinismo, la malnacida diversión, los juegos mentales y las intrigas legales obligan al espectador a replantear una y otra vez su propia teoría del asesinato. A fin de cuentas... ¿es o no es culpable? A fin de cuentas, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario... verdad?
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En fin: no te la pierdas. A pesar de ser un tanto lenta y taciturna, te dejará deleitado y pensando.
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Muy recomendable si gustas de los thrillers psicológicos, los asesinatos cínicos, los jóvenes héroes en problemas y de Mr. Hopkins.
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